¿Helados en verano? ¡Claro que sí!
En el verano, ha llegado el momento de comenzar a refrescarse tomando helados. Y esto puede traer alguna complicación en los dientes, aunque estas están más cercanas a la sensibilidad de las piezas dentales que en las caries que pudiera provocar.
El frio del helado hace sus azúcares sean más inocuos que los de otros alimentos y se reduzca su capacidad de alimentar las bacterias que viven en la boca, las que provocan los ácidos que atacan el esmalte y hacen que este desaparezca y deje al aire el nervio. También estimulan la salivación, lo que permite que ese efecto se reduzca todavía más.
El problema más común cuando se come helados es la sensibilidad al frío, una molesta sensación que causa un dolor intenso, aunque no muy duradero y que tiene otras consecuencias que pueden perjudicar tanto a los dientes como a las encías.
Una excesiva exposición al frío de este tipo de alimentos puede llegar a causar un rechinamiento de los dientes, que también pueden causar que desaparezca el esmalte dental y que se produzca una retracción de la encía, dejando al descubierto la base del diente. Algunas piezas tienen el hueso muy fino y son más susceptibles de romperse y dañarse, provocando este tipo de molestias con mayor facilidad.
Un gran consumo de productos fríos, tanto helados como bebidas muy frías, provoca esa molestia desagradable que nos acompaña durante todo el verano, impidiendo que disfrutemos plenamente del agradable sabor del helado o la bebida. Ante esto, hay que que recordar que aunque no soluciona el problema, la higiene diaria permite tener una mejor salud dental, lo que ayuda a evitar este problema.
Tres cepillados al día permite que las bacterias no ataquen a los dientes y se evite de manera más efectiva este tipo de problemas dentales. Y, además, hay que tener en cuenta que las bebidas calientes también pueden causar esa hipersensibilidad. Lo ideal es tomar alimentos templados y además, evitar abusar de los helados. Todo, en su justa medida, resulta agradable, pero mejor olvidar el consumo desmesurado. ¡Y la fruta está igual de sabrosa!