Las muelas del juicio, una molestia que se puede eliminar

Hace varios miles de años los humanos teníamos una mandíbula más grande y en ella cabían hasta dos molares más. Pero la evolución ha ido haciendo que nuestro rostro se haga más fino y se ha eliminado mucho de ese espacio que había antes. Pero aunque se ha eliminado el espacio, continua apareciendo un tercer molar que suele crear más problemas que soluciones a la hora de masticar.

Suele aparecer de los 17 a los 25 años, aunque también es posible que no llegue a aparecer nunca. Por ese motivo, porque llega después de la convulsa adolescencia y se supone que llega el buen juicio de la etapa adulta. Están situados en la parte más posterior de la mandíbula y muchas veces ni siquiera erupcionan y permanecen debajo de las encías.

Al salir, empujan las muelas vecinas y las desplazan ligeramente. Por eso, cuando hacen presión, hacen daño y provocan muchas molestias. Tanto cuando se mastica como cuando no se mastica. En ocasiones, la mandíbula permite que la muela se ubique bien y no representa problemas, así que no hay que hacer nada con ella.

Si existen problemas, lo que hay que hacer es visitar al dentista, quien valorará las acciones a realizar, que pueden pasar por no hacer nada, si no representa ningún problema o bien extraer la muela del juicio para evitar el dolor y todas las demás complicaciones que pueden derivarse de su presencia.

Si la muela de juicio produce un corte y se infecta a consecuencia de la presencia de las bacterias que se acumulan en la boca, se puede producir una infección y una inflamación que puede derivar en un flemón u otras complicaciones.

La higiene ha de extremarse cuando comienzan a aparecer las muelas del juicio y evitar que se produzcan este tipo de inflamaciones o complicaciones. Ante cualquier duda, hay que visitar al dentista y dejar que valore la situación para tener el mejor diagnóstico que sea posible.

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