¿Qué tipo de bráquets voy a necesitar?
En otro artículo vimos qué eran los bráquets y por qué se utilizaban. También aprendimos qué era lo que provocaba su uso y cómo corregía los problemas que hacían necesaria su utilización. Con esta información en la mano, y sabiendo que puede hacernos falta utilizarlo, llega la pregunta. ¿Qué tipos de bráquets hay y cuál es mejor para el problema que se ha de resolver?
Esta pregunta se la ha de hacer al dentista durante la revisión dental, ya que es la persona más adecuada (probablemente, la única) para aconsejar o indicar qué tipo de braquets puede ser el más indicado para solucionar la mala oclusión que presenta la mandíbula en este caso concreto o que corregirá la separación de dientes, devolviendo a su lugar cada una de las piezas.
Se ha de hacer caso a su decisión, ya que es él quien mejor conoce tanto el problema que tienen nuestros dientes como los mejores tratamientos que se pueden aplicar. Aunque es importante saber qué tipos de bráquets hay y como actúan, además de las ventajas e inconvenientes de cada uno de ellos para mejorar la calidad de la mordida, el aspecto general de los dientes y su funcionalidad.
Los bráquets metálicos son los más económicos, los que se utilizan de manera más tradicional y los que, en contraste, son los más antiestéticos. Pueden ser decorados con gomas de colores, para hacerlos un poco menos serios y más juveniles, pero resultan muy visibles.
Si están fabricados con cerámica, porcelana o zafiro, son bráquets estéticos. Están fabricados para confudirse con el color natural del diente y no se ven a primera vista. Son algo más caros que los metálicos y tienen tanta eficacia como estos. Entre ellos, los de zafiro son los de más calidad y son totalmente transparentes. No se tiñen y son casi totalmente invisibles.
Por último, nos encontramos los bráquets linguales, que van situados en la parte posterior de los dientes y no se ven de ninguna manera. Estos se fabrican a medida para cada paciente, y cada pieza tiene la forma de los propios dientes, por lo que es más costoso de hacer, aunque resulta ser mucho más cómodo.
Sea cual sea la elección, el profesional va a buscar siempre el que mejor se ajuste al problema detectado y al presupuesto del paciente, para que tener una boca perfectamente alineada y sana no sea caro en absoluto.